viernes, 17 de mayo de 2019

presentación

Literatura
Bloque III: Ensayo Literario
Integrantes:
Albarrán Lugo Regina Isabel
Portillo López Aráis Paulina
Grupo: 403




Introducción


INTRODUCCIÓN

El ensayo literario es una puerta para que demos el paso a la expresión, así como la oportunidad de que otras personas conozcan nuestros puntos de vista respecto a un tema.
La enseñanza y el aprendizaje que lleva un ensayo literario académico en el ámbito de la educación media superior son procesos complejos, pero también desafiantes y motivadores. Por ejemplo: al momento de hacer lecturas de compresión muchos jóvenes no saben cómo desarrollar sus argumentos en el ensayo, pero tienen esa intención de realizarlo para que vean lo que sienten y piensan respecto a lo que acaban de leer, aunque aún les faltara implementar todo lo que conforma un ensayo literario.
A su vez, los profesores en ocasiones no encuentran formas y estrategias de enseñanza adecuadas para hacer entender a los alumnos los lineamientos críticos y metodológicos de la comprensión y producción de textos orales y escritos
En el siguiente trabajo proponemos la importancia que tiene la literatura en los estudiantes de nivel bachillerato mediante el ensayo que es un género discursivo e implementarlo como una herramienta válida para la enseñanza y el aprendizaje de la escritura y compresión académica. Nuestro profesor se ve que tiene la intención de enseñarnos a cómo llevar adecuadamente la estructura del ensayo y las formas que podemos utilizar la computadora para crear las bibliografías.





Ensayo y representantes

El ensayo, orígenes, características y sus representantes
Orígenes
La palabra ensayo proviene del verbo ensayar que significa probar. Al parecer el término relativamente es nuevo, sin embargo se encuentra que tanto los griegos como los romanos ya utilizaban este estilo de expresión, pero es hasta el siglo XVI cuando la esta forma de escritura adquiere las características y nombre con el que hoy en día se conoce. El filósofo francés Miguel Montaigne (1533-1592) lo utilizó y le dio el nombre con que ahora lo conocemos.
Una de las primeras cosas que realizamos cuando iniciamos una investigación es la revisión documental, en este documento encontramos que no todos los documentos representan, para nosotros, la misma importancia. Por ello, es común que aunque la mayoría de las revisiones se realizan en torno a un tópico, se llegue a tener una tendencia a favorecer ciertos documentos, sin que con ello la revisión deje de ser importante; finalmente el propósito de la revisión juega un papel central de cómo los autores se expresan del tema en estudio. Más propiamente la revisión se convierte en un ensayo en el momento mismo en que la visión deja de ser objetiva, en el sentido de la imparcialidad, y se convierte no solo en la presentación de lo relevante que cada autor mencionó, sino que además el conocimiento influye en la crítica de la obra. La paternidad del ensayo se atribuye a Miguel de Montaigne, escritor francés de finales del siglo XVI, que desarrolló esta forma literaria para expresar su preocupación por el ser humano. Montaigne llamó Essais (ensayos) a sus breves meditaciones personales escritas en prosa, que comenzó a publicar en 1580, y que utilizó para estimular la exploración del yo interior en relación con el mundo exterior. El escritor francés Miguel de Montaigne es el creador del ensayo; utilizó esta forma de expresión para transmitir sus ideas y críticas. Es autor de tres volúmenes de Ensayos (1580 y 1588). Son temas de su obra la muerte y el dolor, el conocimiento y la naturaleza de la bondad.
El ensayo nace así en el siglo XVI en Europa, en una época de grandes cambios intelectuales y sociales en el que surgen preocupaciones sobre diversos temas, como la muerte y la posibilidad de una vida futura, el viaje, la exploración y las relaciones sociales. Pero fue en el siglo XVII que Francis Bacón, influyente escritor inglés, utilizó por primera vez el término ensayo como género literario, evocando las obras de Montaigne y la tradición epistolar latina: “La palabra ensayo es reciente, pero la materia es antigua”. El escritor inglés Francis Bacón, barón de Verulam, fue el primero en usar el término ensayo, haciendo alusión a las obras de Montaigne y a las comunicaciones epistolares romanas. Es autor de numerosos ensayos sobre ética, filosofía, ciencia, derecho, historia y política.
Sólo en la edad contemporánea ha llegado a alcanzar una posición central. En la actualidad está definido como género literario, debido al lenguaje muchas veces poético y cuidado que usan los autores, pero en realidad, el ensayo no siempre podrá clasificarse como tal. En ocasiones se reduce a una serie de divagaciones, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el autor expresa sus reflexiones acerca de un tema determinado o, incluso, sin tema alguno.
Definición de ensayo: Género literario didáctico de forma libre que defiende un punto de vista personal sobre un tema cualquiera: humanístico, filosófico, religiosos, político, social, cultural, etc., sin contar con una fuente documental. Son considerados ensayistas los escritores de este género literario.
Un ensayo es una obra literaria relativamente breve, de reflexión subjetiva pero bien informada, en la que el autor trata un tema por lo general humanístico de una manera personal y sin agotarlo, y donde muestra cierta voluntad de estilo, de forma más o menos explícita, encaminada a persuadir al lector de su punto de vista sobre el asunto tratado. El autor se propone crear una obra literaria y no simplemente informativa, y versa sobre todo de temas humanísticos (literatura, filosofía, arte, ciencias sociales y políticas...), aunque también, más raramente, de asuntos científicos.
El ensayo, a diferencia del texto informativo, no posee una estructura definida ni sistematizada o compartimentada en apartados o lecciones, por lo que suele carecer de aparato crítico, bibliografía o notas, o estas son someras o sumarias (en el caso del ensayo escolar, es preciso aportar todas las fuentes); ya desde el Renacimiento se consideró un género más abierto que el medieval tractatus o tratado o que la suma, y se considera distinto a ellos no solo en su estructura libérrima y nada compartimentada en secciones, sino también por su voluntad artística de estilo y su subjetividad, ya que no pretende informar, sino persuadir o convencer del punto de vista del autor en el tratamiento de un tema que, como ya se ha dicho, no pretende agotar ni abordar sistemáticamente, como el tratado: de ahí su subjetividad, su carácter proteico y asistemático, su sentido artístico y su estructura flexible, que personaliza la materia. El ensayo es una interpretación o explicación de un determinado tema —humanístico, filosófico, político, social, cultural, deportivo, por mencionar algunos ejemplos—, desarrollado de manera libre, asistemática, y con voluntad de estilo sin que sea necesario usar un aparataje documental. En la Edad Contemporánea este tipo de obras ha llegado a alcanzar una posición central.
En la actualidad está definido como género literario, debido al lenguaje, muchas veces poético y cuidado que usan los autores, pero en realidad, el ensayo no siempre podrá clasificarse como tal. En ocasiones se reduce a una serie de divagaciones y elucubraciones, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el autor explora un tema concreto o expreso sus reflexiones sobre él, o incluso discurre y diserta sin tema específico. Ortega y Gasset lo definió como «la ciencia sin la prueba explícita». Alfonso Reyes afirmó que «el ensayo es la literatura en su función ancilar» —es decir, como esclava o subalterna de algo superior—, y también lo definió como «el Centauro de los géneros». El crítico Eduardo Gómez de Baquero —más conocido como Andrenio— afirmó en 1917 que «el ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno al otro». Y por su parte Eugenio d'Ors lo definió como la «poetización del saber».
Utiliza la modalidad discursiva expositivo-argumentativa y un tipo de «razonamientos blandos» que han sido estudiados por Chaïm Perelman y Lucie Ollbrechts-Tyteca en su Tratado de la argumentación.
A esto convendría añadir además que en el ensayo existe, como ha apreciado el crítico Juan Marichal, una «voluntad de estilo», una impresión subjetiva que es también de orden formal.
  1. Desarrolla un tema libre de elogio, insulto o exhortación. El ensayista expresa lo que siente y cómo lo siente, y hace partícipe al lector del proceso mismo de pensar. Por ejemplo, en Viejos y jóvenes, Unamuno expone:
«Las consideraciones que voy a exponer en estas líneas son tan vulgares y tan obvias [...]».
  1. Tiene un estilo sencillo, natural, amistoso. Su carácter es esencialmente comunicativo, pues intenta establecer un diálogo entre el ensayista y el lector. Por ejemplo, Unamuno da muestras de la naturalidad del estilo al decir en su ensayo El Porvenir:
«Yo, a fe de buen español, improvisador, he improvisado estas notas sobre mi pueblo, tal y como en mí lo siento.»
  1. Predomina la subjetividad. La exposición es personal y expresa estados de ánimo. El ensayista escribe porque experimenta la necesidad de comunicar algo. Por ejemplo, Ramiro de Maeztu dice en su ensayo Sobre el discurso de Lord Salisbury:
«La lectura del discurso me causó una impresión profundísima».
  1. Utiliza diversos recursos, como citas, proverbios y anécdotas. Sin embargo, en la utilización de las citas importa destacar que alguien creó una idea, pero el quién y el dónde carecen de valor, y el hecho de señalarlas como citas sirve solo para indicar que las ideas no son propias. Ramiro de Maeztu comienza dice en su ensayo en defensa del espíritu español:
«Días atrás dijo Lord Salisbury, primer ministro inglés, en un discurso de cuya letra me he olvidado, pero cuyo fondo se me ha grabado indeleblemente en la memoria [...].»
  1. Es un texto breve. El ensayo no pretende agotar el tema tratado, sino exponer un análisis personal del mismo. Por ejemplo, Ortega y Gasset dice en su ensayo De Madrid a Asturias o los dos paisajes: «El tema es, creo yo, inagotable», de esta forma reconoce que su intención no es profundizar el tema.
«En el índice de pensamientos que es este ensayo, yo me proponía tan sólo subrayar uno de los defectos más graves y permanentes de la raza».
  1. Desarrolla un tema actual. El concepto de actualidad se refiere no solo a los sucesos del presente, sino a la trascendencia de los problemas humanos ante los valores que individualizan y diferencian a cada época. Por ejemplo:
«El ideal cristiano no cabía en la unidad católica, y la rompió. El ideal social no cabía en la unidad monárquica, y la rompió. El ideal del progreso no cabía en la unidad territorial, y la rompió».
  1. Es asistemático, no hay orden preestablecido. El propio maestro Unamuno reconoce que no hay una estructura fija en el ensayo y expresa en su Ensayos I:
«Una vez que me he decidido a escribir, ruego al lector no profesional que me tolere, y desde ahora le aseguro que, aunque sé por dónde he empezado este ensayo -o lo que fuere-, no sé por dónde lo he de acabar».
Principales autores
Alfonso Reyes
(Alfonso Reyes Ochoa; Monterrey, 1889 - Ciudad de México, 1959) Ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano relacionado con la mejor tradición literaria occidental, desde la antigüedad grecolatina hasta las creaciones de Mallarmé y la estética simbolista. Ejerció un notable magisterio en la cultura de su tiempo, promovió la fundación de sólidas instituciones dedicadas a la difusión del conocimiento y marcó la obra de casi todos los escritores mexicanos posteriores a él, como Octavio Paz y Carlos Fuentes. Hijo de Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León y figura muy cercana a Porfirio Díaz, tuvo una infancia rica en lecturas y experiencias vitales. En la ciudad de México perteneció al brillante grupo intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria. Junto con Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos fundó el Ateneo de la Juventud, agrupación cultural que pretendía un México moderno y contemporáneo del mundo.
 Siendo aún muy joven concluyó la carrera de leyes y partió a Europa, hondamente afectado por el asesinato de su padre durante la etapa de la Revolución mexicana que marcó el fin del gobierno democrático encabezado por Francisco I. Madero. Como miembro del servicio exterior mexicano se afincó en París en 1914, y allí publicó su volumen Cuestiones estéticas. Estudiar los fundamentos de la creación poética y literaria fue una preocupación recurrente de su obra a lo largo de medio siglo.
A consecuencia de la Primera Guerra Mundial se trasladó a España, donde compartió trabajos y experiencias con Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna. En esa etapa perfeccionó su manejo de la lengua española, uno de los rasgos que caracterizaron su estilo: riqueza de vocablos y giros expresivos, construcciones gramaticales poco frecuentes, uso de arcaísmos y matices delicados del significado.
Con Visión de Anáhuac (1915) conjuró cualquier acusación de extranjerizante. Esa obra se considera una de las visiones más lúcidas y poéticas del México prehispánico y es, hasta la fecha, lectura obligada en los cursos de cultura mexicana. Promotor de una "aristocracia del pensamiento", ofrecía un colorido sincretismo de la cultura occidental y la raíz indígena, dominado por la tríada platónica: la verdad, la bondad y la belleza.
Para 1927 ya era embajador en Argentina, donde impulsó la obra del por entonces joven Jorge Luis Borges, quien puso a su consideración el manuscrito de El Aleph y le profesó agradecida admiración el resto de su vida. Tras una estancia en Brasil, donde escribió el volumen Romances del río de enero (1933), se afincó definitivamente en México en una casa-biblioteca, hoy museo dedicado a él, que lleva el nombre de Capilla Alfonsina.                

Octavio Paz

(Ciudad de México, 1914 - id., 1998) Escritor mexicano. Junto con Pablo Neruda y César Vallejo, Octavio Paz conforma la tríada de grandes poetas que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX. El premio Nobel de Literatura de 1990, el primero concedido a un autor mexicano, supuso asimismo el reconocimiento de su inmensa e influyente talla intelectual, que quedó reflejada en una brillante producción ensayística.
De nuevo en México, fundó en 1955 el grupo poético y teatral Poesía en Voz Alta, y posteriormente inició sus colaboraciones en la Revista Mexicana de Literatura y en El Corno Emplumado. En las publicaciones de esta época defendió las posiciones experimentales del arte contemporáneo. En la década de los 60 volvió al Servicio Exterior, siendo destinado como funcionario de la embajada mexicana en París (1960-1961) y más tarde en la de la India (1962-1968); en este último país conoció a Marie-José Tramini, con la que se casó en 1964. En 1966 editó con José Emilio Pacheco y Homero Aridjis la antología Poesía en movimiento. Cerró su actividad diplomática en 1968, cuando renunció como protesta contra la política represiva del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz frente el movimiento democrático estudiantil, que culminó con la matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Ejerció desde entonces la docencia en universidades americanas y europeas, a la vez que proseguía su infatigable labor cultural impartiendo conferencias y fundando nuevas revistas, como Plural (1971-1976) o Vuelta (1976). En 1990 se le concedió el Nobel de Literatura, coronación a una ejemplar trayectoria ya previamente reconocida con el máximo galardón de las letras hispanoamericanas, el Premio Cervantes (1981), y que se vería de nuevo premiada con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1993).
Poeta, narrador, ensayista, traductor, editor y gran impulsor de las letras mexicanas, Paz se mantuvo siempre en el centro de la discusión artística, política y social del país. Tanto la curiosidad insaciable como la variedad de sus intereses y su aguda inteligencia analítica se hicieron patentes en sus numerosos ensayos, que cubrieron una amplia gama de temas, desde el arte y la literatura hasta la sociología y la lingüística, pasando por la historia y la política. La enjundia, la profundidad y la sutileza caracterizan estos textos. De tema literario son El arco y la lira (1959), profunda reflexión sobre la creación poética, y Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982), completo estudio sobre la obra y la compleja personalidad de Juana Inés de la Cruz, poetisa mexicana del siglo XVII. La identidad mexicana es en cambio el tema de El laberinto de la soledad (1950) y Posdata (1970). El mono gramático (1974), que participa a un mismo tiempo de la reflexión y el poema en prosa, indaga en la esencia del lenguaje y constituye un testimonio de su atracción hacia Oriente; el título alude al jefe de los monos Hanuman, uno de los principales personajes del Ramayana. Tiempo nublado (1983) se ocupa de la situación política y social contemporánea. En Los privilegios de la vista (1987) se encuentran sus apreciaciones sobre las artes plásticas.
José Luis Borges
Jorge Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Un antepasado suyo, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco Borges también había alcanzado el rango de coronel. Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a la calle Serrano 2135, donde creció el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana Norah.
En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo acompañarían durante toda su vida. Con apenas seis años confesó a sus padres su vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje de Don Quijote de la Mancha redactó su primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al castellano de El príncipe feliz de Oscar Wilde.
En el mismo año en que se inició la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable coronel, sino por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y pobre, que se había visto obligado a renunciar a su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse definitivamente en la neutral Ginebra cuando estalló el conflicto.
Borges era entonces un adolescente que devoraba incansablemente la obra de los escritores franceses, desde los clásicos como Voltaire o Víctor Hugo hasta los simbolistas (Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Mallarmé), y que descubría maravillado el expresionismo alemán, por lo que se decidió a aprender el idioma descifrando por su cuenta la inquietante novela de Gustav Meyrink El golem.
Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José Hernández, Leopoldo Lugones y Evaristo Carriego, y al año siguiente la familia pasa a residir en España, primero en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer compuso unos versos, nunca publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló Salmos rojos. En Madrid trabará amistad con un notable poligloto y traductor español, Rafael Cansinos Assens, a quien extrañamente, a pesar de la enorme diferencia de estilos, proclamó como su maestro. Conoció también a Valle-Inclán, a Juan Ramón Jiménez, a Ortega y Gasset, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego... Por su influencia, y gracias a sus traducciones, fueron descubiertos en España los poetas expresionistas alemanes, aunque había llegado ya el momento de regresar a la patria convertido, irreversiblemente, en un escritor.
Carlos Monsiváis
Imagen relacionada
(Ciudad de México, 1938 - 2010) Ensayista, cronista y narrador mexicano considerado una de las inteligencias más lúcidas de la cultura de su país. Cursó estudios en la Escuela Nacional de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. Dirigió suplementos culturales en los más importantes diarios y revistas de México y durante mucho tiempo fue asiduo colaborador de múltiples publicaciones periódicas. Con el tiempo llegaría a ser cofundador y director de destacados diarios que ejercerían una gran influencia en el desarrollo del periodismo mexicano. Debe destacarse, por otro lado, su labor como investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Dotado desde muy joven de un vasto bagaje cultural, su humanismo polifacético hizo de Monsiváis uno de los pensadores que mejor supo indagar en los aspectos fundamentales de la sociedad, la política y la cultura mexicanas. Monsiváis cultivó especialmente la crónica y el ensayo, con una temática y un interés estrechamente relacionados con los problemas actuales y comprometidos con las luchas populares de México y América Latina. Su aguda inteligencia se manifiesta a través de una eficaz ironía y de su estilo crítico, festivo y desenfadado. Sus crónicas periodísticas se recopilaron en numerosos volúmenes: Principios y potestades (1969); Días de guardar (1971), sobre la matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz; Amor perdido (1976), libro centrado en algunas figuras míticas del cine, la canción popular, el sindicalismo, la militancia de izquierda y la ideología burguesa; Entrada libre (1987), donde recogió sus crónicas sobre la nueva sociedad mexicana; Escenas de pudor y liviandad (1988), que disecciona con humor, acidez y ternura el mundo del espectáculo; Los rituales del caos (1995), donde pinta una panorama desolador, en medio de la debacle de la clase política y la crisis de la democracia; y otras recopilaciones como Sabor a PRI, ¿De qué se ríe el licenciado? y Rostros del cine mexicano. Pero su género predilecto fue el ensayo, en el que trató variados temas relacionados con la cultura mexicana. Destacan entre ellos Características de la cultura nacional (1969); Historias para temblar: 19 de septiembre de 1985 (1988); Aires de familia: cultura y sociedad en América Latina (2000) y Yo te bendigo, vida (2002), sobre la vida y la obra de Amado Nervo. Editó además diversas antologías literarias en las que su puso de relieve su reivindicación de la poesía y la canción popular: La poesía mexicana del siglo XX (1966), La poesía mexicana II, 1914-1979 (1979), La poesía mexicana III (1985), Lo fugitivo permanece. 20 cuentos mexicanos (1990) o Amanecer en el valle del Sinú: antología poética (2006), a partir de la obra del poeta Raúl Gómez Jattin. Entre sus textos biográficos destaca el dedicado a la singular artista mexicana Frida Kahlo (Frida Kahlo: una vida, una obra, 1992). Su única incursión en la narrativa fue el Nuevo catecismo para indios remisos (1982). Recibió entre otros reconocimientos el premio Villaurrutia (1996) y el Anagrama de Ensayo (2000), que le fue concedido en España por su obra Aires de familia: cultura y sociedad en América Latina. En 2006 recibió el premio Juan Rulfo y publicó Imágenes de la tradición viva. Sus últimos títulos fueron Las alusiones perdidas (2007) y El 68, la tradición de la resistencia (2008).
Eduardo Galeano
(Eduardo Hugues Galeano; Montevideo, 1940 - 2015) Escritor y periodista uruguayo cuya obra, comprometida con la realidad latinoamericana, indaga en las raíces y en los mecanismos sociales y políticos de Hispanoamérica. Se inició en el periodismo a los catorce años, en el semanario socialista El Sol, en el que publicaba dibujos y caricaturas políticas que firmaba como Gius. Posteriormente fue jefe de redacción del semanario Marcha y director del diario Época. En 1973 se exilió en Argentina, donde fundó la revista Crisis, y en 1976 continuó su exilio en España. Regresó a Uruguay en 1985, cuando Julio María Sanguinetti asumió la presidencia del país por medio de elecciones democráticas. Posteriormente fundó y dirigió su propia editorial (El Chanchito), publicando a la vez una columna semanal en el diario mexicano La Jornada. En 1999 fue galardonado en Estados Unidos con el Premio para la Libertad Cultural, de la Fundación Lanna. Su obra, traducida a más de veinte lenguas, es una perpetua y polémica interpretación de la realidad de América Latina, estimada por muchos como una radiografía del continente. Eduardo Galeano es, sin duda, uno de los cronistas de trayectoria más incisiva, inteligente y creadora de su país. Una de sus obras más conocidas es Las venas abiertas de América Latina, un análisis de la secular explotación del continente sudamericano desde los tiempos de Colón hasta la época presente que, desde su publicación en 1971, ha tenido más de treinta ediciones. En dos ocasiones obtuvo el premio Casa de las Américas: en 1975 con su novela La canción de nosotros y en 1978 con el testimonio Días y noches de amor y de guerra. En la primera obra, La canción de nosotros, abordaba el complejo tema de la lucha armada y la relación entre las fuentes culturales populares y la militancia de izquierdas de la pequeña burguesía. La segunda, Días y noches de amor y de guerra, es una crónica novelada de las dictaduras de Argentina y Uruguay, aunque hay continuas referencias al entorno latinoamericano. En ella se relatan las vivencias de un periodista en un país aplastado por el poder militar y paramilitar en un período atroz, marcado por la violencia ejercida sobre los discrepantes. Sin embargo, junto al horror de amigos que desaparecían en ocasiones "por error" y otras simplemente por pensar por sí mismos, están el amor, los amigos, los hijos, el paisaje, todo aquello que aun en la oscuridad de una guerra sucia y despiadada contra los más débiles sigue siendo motivo para vivir, defender las ideas y alzar la voz contra los que actuaban impunemente para implantar el miedo y la consiguiente paralización. En la primera página ya se anuncia: "Todo lo que aquí se cuenta, ocurrió. El autor lo escribe tal como lo guardó en su memoria. Algunos nombres, pocos, han sido cambiados". Aunque los hechos son, pues, dolorosamente reales, están contados con sobriedad, sin llegar al regodeo y la autocompasión. Su trilogía Memoria del fuego, que combina elementos de la poesía, la historia y el cuento, está conformada por Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento (1986), y fue premiada por el Ministerio de Cultura del Uruguay y también con el American Book Award, distinción que otorga la Washington University. 
Estructura de un ensayo  

Escritura del ensayo


EL PAPEL DE LA LITERATURA EN LOS ESTUDIANTES DE NIVEL BACHILLERATO
La literatura tiene un papel importante en los estudiantes de bachillerato ya que nos fomenta el interés por la lectura, a que seamos más críticos y objetivos en las situaciones de la vida cotidiana, ya que con la literatura nos abre el pensamiento y la mente para preguntar el porqué de las cosas, porque no avanzamos como sociedad, porque no en todos los países tienen la mismas oportunidades de desarrollo que otros, etc.
La lectura es fundamental en nuestras vidas ya que es una de las formas de comunicación, al manar mensajes, al leer anuncios publicitarios, al leer un informe, etc. “En primer lugar, es importante reconocer que la lectura, como ejercicio intelectual, requiere cierto nivel de concentración y de dedicación por parte de quienes la practiquen. De todas formas, eso no es motivo para que se considere como una actividad que desagrade o que se oponga a un posible momento de placer” (Cardozo-Rincón, 2015)  
La lectura tiene una gran importancia en el nivel bachillerato ya que a los alumnos de este nivel nos fomenta el interés de leer algún libro, poemas, etc… “el principio didáctico esencial para fomentar la lectura creadora basándonos en Mª Hortensia Lacau, es vincular al alumno con la obra literaria de manera que sienta que forma parte de la misma y colabore con la lectura hasta tal punto que partiendo de ella, sea capaz de crear nueva literatura. A este respecto, Ernesto Camilli a propósito del trabajo en sus aulas sobre Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, nos hace ver que esta obra: " ... actuaba como arcón lleno de tesoros vivos, con cuyo material iban a enriquecerse las poesías de otros autores, leídas primero como manantiales de sugestión, luego imitadas, transformadas .. Multiplicadas en posibilidades, y, finalmente, incorporadas y renacidas en nuevos trabajos... '''1; J. Es esta una metodología de excelentes resultados, ya que es el propio estudiante quien sugiere nuevas actividades, porque cada vez se va sintiendo más implicado en la obra sobre la que ha de trabajar o comentar. Tomada, pues, la palabra recreación, en el sentido de volver a crear, de nueva creación, la obra literaria se convierte en algo vivo que todo lector puede recrear” (Magán)
La literatura es importante para poder tener mantener una mente activa, objetiva y subjetiva, nos pone a imaginar cómo podrían ser las cosas de diferente manera. “Gabriel Núñez remarca la necesidad de revalorar la educación literaria; dándole un peso justo, aparte de la enseñanza de la lengua; pues se ha visto a la obra literaria sólo como terreno para el análisis lingüístico, como un vehículo para aprender ortografía, léxico o redacción; y se le ha restado valor en sí misma, en tanto que los planes de estudio ponderan “lo científico” respecto a lo literario; creando una idea en el estudiante en el sentido de que la literatura y por ende su lectura no son necesarios para la vida.

Todo ello sin reparar ni en la claridad ni en la densidad histórica, política y social que cobija todo hecho, en este caso el hecho literario, ni mucho menos en la señalización pertinente de características de estilo y de forma de esa producción escrita heredada por y para la humanidad, a la que llamamos literatura Contra esa idea se debe combatir; contra la apatía y la indiferencia ante la lectura; pero además habrá que trabajar en el aspecto del gusto por la lectura y por la literatura, ¿cómo transmitir ese placer al estudiante si yo como maestro no lo conozco? Contra esto muy poco se puede hacer, pero si se tiene voluntad y disposición, algo se puede lograr” (Ávalos, 2014)
La literatura se puede trasmitir cuando se lea temas de interés para cada estudiante, ya cada uno cuenta con una personalidad y un pensamiento diferente “con esos espacios se ha pretendido identificar el papel de la lectura en la realidad de los estudiantes del nivel de básica secundaria. Del mismo modo, se ha visto qué tan placentera puede ser la lectura para los estudiantes, o si es una actividad que no les atrae. Para este propósito se han evitado los prejuicios y las creencias generalizadas acerca de la relación entre los estudiantes y la lectura, pues ante todo se han querido dar a conocer unos resultados que, más allá de cualquier propuesta teórica, sean útiles tanto en el aula como en la vida cotidiana de los estudiantes, vistos como seres humanos en un proceso de formación integral. Con estos fundamentos, a fin de desarrollar la idea que llevó a esta investigación, se ha asumido el placer como el motor que impulsa la lectura y con el que se puede lograr que la literatura deje de ser otra imposición, y más bien se constituya, como arte, en una actividad atrayente y de gusto personal. Básicamente, hubo dos momentos generales: la lectura de un mismo libro para todos (sugerido por el profesor) y la lectura del “libro libre”. En lo referente a la etapa del “libro libre”, cabe anotar que algunos estudiantes optaron por leer libros que les llamaron la atención por algún motivo personal, y otros optaron por leer uno de los libros presentados y recomendados brevemente por el profesor en la clase de español. Al ver el gusto compartido que los estudiantes demostraron por la lectura, surgió un planteamiento que se contrapone a una idea generalizada” (Cardozo-Rincón, 2015)
Nuestros maestros también tienen que ser participantes “otra de las tantas generalizaciones del ámbito educativo consiste en que el docente sirve de ejemplo para sus alumnos. Sin embargo, es un comentario arriesgado en la medida en que implica que a todos los profesores les gusta leer y que sus niveles de lectura son los mejores. De momento, surgen dos interrogantes: ¿a todos los profesores les gusta leer?; ¿los docentes que leen son lectores críticos que discuten con el autor de un libro y que ponen en juego sus conocimientos, experiencias, creencias y su visión estética? En lo que respecta a este trabajo, no se dará respuesta inductiva a este interrogante, pero sí se tendrá en cuenta como un factor que interviene en lo que se pretende conocer: la posibilidad de que el placer lleve a los estudiantes a leer.
El maestro puede tener la mejor voluntad para fomentar la lectura, pero no basta con intenciones, ya que los estudiantes requieren de una intervención más concreta y práctica. No es raro que un profesor motive (o por lo menos, lo intente) a sus alumnos a leer, y cuando lo logra empiezan todos a leer un libro, un único libro que se ha leído por décadas porque así lo establecen los textos escolares y la costumbre. Sería como si a todos los adultos los motivaran a practicar algún deporte, y después todos tuvieran que jugar golf. Algunos lo disfrutarán; otros jugarán por cumplir con la cita deportiva y otros preferirán sentarse a observar, mientras añoran practicar el deporte que les gusta.  Por lo anterior, cabe considerar el planteamiento de Bettelheim y Zelan (177): “Los maestros competentes poseen suficientes facultades de observación para juzgar lo que puede atraer o repeler al alumno mientras lee y para valerse de tal conocimiento para tratar simultáneamente con varios niños”. Puede decirse que “varios” es un eufemismo para la cantidad de estudiantes que suelen ocupar un salón de clase” (Cardozo-Rincón, 2015)
La lectura es importante ya que nos enseña cosas nuevas “La lectura es un hábito de comunicación que permite desarrollar los pensamientos cognitivos e interactivos de cualquier lector, el leer permite construir con facilidad nuevos conocimientos.
De acuerdo a Gómez Palacio (1992) la lectura se centra en el “Saber leer, lograr que un texto escrito fuera leído adecuadamente por una persona, quería decir saber descifrar”. Actualmente los medios electrónicos envuelven a los adolescentes en cualquier actividad menos en la lectura que es importante para mejorar su aprendizaje y sostener una comunicación con cualquier persona.
Frecuentemente los maestros del bachillerato se quejan que los adolescentes no saben leer, ¿pero no hacemos?, nada. Este problema es una verdadera preocupación que a nivel Bachillerato un alumno no sepa leer correctamente, por lo cual se tiene que resolver este conflicto, utilizando como actividades diarias una lectura. Cuando se les pregunta a los adolescentes cuantos libros han leído, algunos contestas que 10 en 16 años otros que solo 2, no son los suficientes para mejorar su lectura, así mismo algunos estudiantes muestran desinterés en la lectura indicando que no tienen tiempo o que solo leen para acreditar una asignatura. La falta de interés en los jóvenes por la lectura en ocasiones tiene que ver en el entorno en que se desenvuelven, porque no conocen el valor que tienen las letras en un libro y que este conjunto de letras, frases y conceptos le pueden ayudar a mejorar las actividades que diariamente realizan. Al no saber leer existe consecuencia en el aprendizaje como es una mala ortografía, la falta de cultura y la pérdida de habilidades comunicativa. Smith (1989) “leer es la actividad por la cual un lector construye un significado a partir de un proceso de elaboración cognitiva”” (Carrillo)
La lectura es importante para mí ya que nos enseña cosas nuevas y diferentes con cada libro que leemos, poder imaginar cada escena como esta pasando “La literatura es vida, es una parte de la vida, de lo que somos, de lo que el ser humano piensa, siente y llora. Pero para que el adolescente comprenda la importancia de la lectura de literatura debe enseñárse desde una óptica diferente, desde la óptica de los nuevos tiempos, porque el disgusto por la lectura obedece a distintas razones, y no solo las provenientes del cambio cultural. Otra de las causas por las que el adolescente no lee puede originarse en el hogar, en la forma como se educan los niños actualmente, esta crianza, generalmente está exenta del acto de la lectura” (Álvarez, 2006)
CONCLUSIONES
La literatura tiene que ser algo constante, tener disciplina para poder leer, porque no todos tenemos esa paciencia o agilidad para leer, o no todos tienen la oportunidad de leer un libro por diferentes razones, pero aun así se debe de fomentar la lectura porque es muy interesante leer y poder transportarnos a un mundo diferente al cotidiano, ya que con cada historia nos transporta a otro lugar como si fuéramos de la misma historia, por eso es que la literatura tiene importancia en los alumnos de bachillerato.       

Trabajos citados

Álvarez, I. G. (2006). LA LECTURA DE TEXTOS LITERARIOS EN EL COLEGIO ¿PORQUÉ NO LEEN LOS ESTUDIANTES? Revista Educación, 160 .
Ávalos, G. (16 de febrero de 2014). Enseñar literatura en Prepa I. Tachas.
Cardozo-Rincón, G. (2015). La lectura: placer de los estudiantes. Rastros Rostros , 85-92.
Carrillo, M. V. (s.f.). La lectura y su importancia en la adolescencia. Hidalgo .
Magán, P. M. (s.f.). CREATIVIDAD Y MOTIVACIÓN. (pág. 230). Valancia: centro virtual cervantes.




presentación

Literatura Bloque III: Ensayo Literario Integrantes: Albarrán Lugo Regina Isabel Portillo López Aráis Paulina Grupo: 403 ...